POR:GERARDO ARENAZA
Una fría mañana de otoño
en los primero días de abril
sonó el teléfono y me lo pasó mamá:
._Juan Pablo te llaman....
._¿Quién?
-Contesta y lo sabrás
-repuso- mi madre.
Era la voy de una mujer joven
que me decía que mi padre
había muerto y que vaya a tal dirección
que me estaba indicando:
Av.Abancay-1353, Lima-1
donde lo estaban velando.
Como sabrán los que me conocen
no quise ir.
Mamá no dijo nada.
Pero como a la hora me vestí
para el momento
y salí sin despedirme de nadie.
Llegué a la dirección indicada.
Ingresé a una quinta
y vi un grupo de personas charlando
y me dije:
._ allí debe ser el velorio.
Me presenté
y me saludaban familiarmente
y me abrazaban.
Una señora me llevó al féretro
a ver al difunto.
Lo miré largo rato
y no era como me lo imaginaba
luego en silencio sin ningún
comentario me retiré;
aunque varias personas
me decían:
.._ no te vayas...
me fuí.
Y no me arrepiento.
Cuando llegué a casa mamá sonriente me dijo:
._El muerto pudo más que tú
y lloraba en sielncio.
Fue un día triste para mí.
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